FICHA TÉCNICA
- Nombre: Virgen de La Soledad.
- Autor y cronología: Ramón Álvarez. 1886.
- Ubicación de la obra: Iglesia de San Juan de Puerta Nueva.
- Técnica y materiales: Se trata de una imagen de bastidor de bulto redondo. Talla en madera, cara, manos y pies. Ojos vítreos.
- Medidas: 176 cm x 55 cm.
- Peso: 550 kilos.
- Cargadores: 24.
- Peso total por cargador: 22,91 kilos.
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HISTORIA
Pese a ser Jesús Nazareno el titular de la Congregación sin lugar a dudas ha sido Nuestra Señora de la Soledad su principal imagen de devoción. La antigua figura, hoy todavía al culto en la iglesia de San Cebrián de Castro, es también imagen de vestir sin mérito especial, de tamaño casi natural, inclina levemente la cabeza, y cruza las manos a la altura de la cintura; se viste con manto de terciopelo negro y lleva como único adorno una sencilla diadema de plata. Como ya se apuntó carecemos de dato alguno sobre autoría y procedencia. Siempre dispuso de un modesto ajuar compuesto por manto, delantal, corona, rosario y cruz de pecho, que sabemos se remozó en varias ocasiones. Así en 1703 el deterioro de su manto obligó a encargar uno nuevo, que a su vez fue sustituido por otro de la misma tela bordado en oro en 1798. El viejo, pese a estar muy estropeado por las lluvias, se aprovechó para La Verónica. En 1831 Francisco Furnier regaló a la cofradía una corona de metal dorado y en 1851 D. Patrocinio Rivera vecino de Albalate un rosario de oro con un tulipán del que pendía una crucecita de lo mismo, y pocos arios después D. Manuel Alonso donaba una cruz de pecho.
La imagen de Nuestra Señora sabemos era llevada en andas. Pocos detalles conocemos de las mismas salvo que en 1777 el hermano D. Miguel Lobato, que había suplido en la mayordomía a su tío, ofreció, a cambio de no volverla hacer, gastar cuatrocientos reales para ayuda de reparar el paso de Nuestra Señora por ser sumamente reducido y estrecho con el fin de ponerlo más majestuoso y de mayor extensión y adorno. La propuesta con algunas discrepancias se aceptó, y en 1779 se hacía la recepción de la nuevas andas que costaron 2.459 reales.
Pese a la actividad reformadora del último tercio del siglo XIX, posiblemente no estuviese en los planes de la cofradía hacer una nueva imagen de Nuestra Señora de la Soledad, de modo que debió coger por sorpresa a todos la intención de donar una nueva que se conoció en junta extraordinaria 19 de junio 1885: El Sr. D. Joaquín Muñiz, vecino de esta ciudad amante de la gloriosa tradición de esta cofradía y deseoso de contribuir al mayor esplendor de las solemnes procesiones de Semana Santa, que celebra la misma ofrece a la Hermandad de Jesús Nazareno una imagen de la Virgen de la Soledad que reemplace a la que hoy tiene la cofradía y que reúna las condiciones de arte y veneración que requiere esta clase de obras. Al ser encargo de un particular es difícil aventurar las condiciones y precio de la imagen que el donante ajustó con Ramón Álvarez, aunque quizás no superase los dos mil reales, cantidad que es lo que debió costar la Santa Marta de la tarasca y cuyo elevado precio reprochó al escultor el Ayuntamiento entendiendo que la Virgen de la Soledad era efigie de más importancia […] y que no admite comparación. Tampoco las vicisitudes de su hechura; hechura que posiblemente estuviese muy adelantada, sino ultimada, en febrero de 1886, cuando el secretario informa que también lo están los trabajos del nuevo manto que desinteresadamente había ofrecido bordar D. Valentín Mireles. La imagen se estrenó en la Semana Santa de 1886, luciendo en la procesión del viernes santo manto y túnica nuevos y algunas alhajas. La vieja imagen, que solicitó comprar el Sr. Muñiz, le fue cedida gratuitamente por acuerdo de 31 de mayo de 1886, aunque hubo quien propuso dejarla al culto diario pues parte de su valioso ajuar por pequeño no serviría a la nueva.
El año del estreno de la que inmediatamente se ponderó como «bellísima imagen» vino a coincidir con algunas reformas aprobadas con anterioridad. Este el caso de la mesa, cuya reforma y dorado eran aprobados en junta de segundo día de pascua de 1885. Pese a ello en 1888 Anacleto Fernández construía una nueva, que era costeada por D. Ildefonso Rodríguez Barba. Este ario también se acordaba hacer un impermeable de seda para proteger en caso de lluvia el nuevo manto. Pocas imágenes salidas de la gubia de Ramón Álvarez tuvieron un impacto mayor en la gente, hasta el punto, ya lo hemos afirmado en otras ocasiones, de contribuir a crear la que con el tiempo ha pasado a ser una de las más destacadas devociones marianas de la ciudad. Por ello en los arios siguientes fue objeto de todo tipo de donaciones, singularmente ropas (tocas, cordones, etc.) y alhajas (rosarios). Precisamente la previa confección de algunas de ellas, caso del manto y túnica, originaron algunos problemas, ya que se pensaron teniendo en cuenta las medidas de la imagen vieja, a la sazón más pequeña que la realizada por Ramón Álvarez. Hubo también problemas para aprobar las cuentas de la confección del nuevo manto, en el que no obstante hacerse bajo la dirección y supervisión del Sr. Mireles, trabajaron algunas niñas del hospicio. El manto se pagó recurriendo como en otras ocasiones a la suscripción popular.
El ajuar de la Virgen es hoy completo, aunque modesto. De entre sus alhajas la pieza más destacada lo es sin duda la corona realizada en 1924 en los talleres del joyero salmantino Eduardo Cordón y costeada mediante suscripción popular. La corona, sencilla a la par que elegante, está hecha en oro y platino, y se decora con diamantes, rubíes, esmeraldas. y perlas. Fue reparada por el mismo taller joyero en 1974 tras sufrir un accidente al entrar la imagen en San Juan el sábado santo. Para preservarla en 1983 se realizó una réplica en bisutería que es la que a diario luce la imagen. Completan este ajuar alhajas de desigual valor: cruces, rosarios anillos, alfileres, colgantes, brazaletes, etc.
La Virgen de la Soledad es imagen vestidera, con talla únicamente en cabeza, pies y manos, de serena belleza, acusado realismo, y composición no alejada de la tradicional de las vírgenes dolorosas, si bien con rostro y manos más bajas. Mide 1,67 metros y fue tallada en madera de pino. En la procesión de la madrugada del viernes santo viste túnica de lienzo negro, toca y puños blancos con encaje; ciñe su cintura con un cordón de hilos de oro y lleva largo manto de terciopelo negro bordado en hilos de oro y perlas en 1966 por las monjas clarisas del Convento de Santa Marina de Zamora. Para la procesión del sábado santo muda su manto por un sencillo velo negro de lienzo. La imagen va colocada sobre mesa de caoba tallada en 1948 por Gerardo Fernández Gastalver, según diseño de Cesáreo Pedrero Mozo. Su peana dispone de un mecanismo (husillo) que permite bajar la imagen para entrar en la iglesia por su puerta sur. Esta mesa fue restaurada por Alfonso Pastor Cadierno en 1967 a causa de los desperfectos sufridos por el hundimiento del tejado de la panera. El ser la principal imagen de devoción de la cofradía y el estar permanentemente al culto ha evitado su deterioro. Así en muy pocas ocasiones ha precisado de reparos, no obstante en 1908 cabeza y manos se llevaron a Madrid para su restauración, y en 1996 se sometió igualmente a un tratamiento de limpieza.