FICHA TÉCNICA
- Nombre: Elevación de la Cruz.
- Autor y cronología: Aurelio de la Iglesia, 1900
- Ubicación de la obra: Museo de Semana Santa.
- Técnica y materiales: Tallas en madera y telas encoladas, policromías al óleo y ojos vítreos.
- Medidas: El grupo se compone de ocho figuras. Conjunto: 385 cm de largo, 227 cm de ancho, alto aprox de las figuras: 175 cm, 160 cm, 140, 155, 160 etc.
- Peso: 950 kilos
- Cargadores: 40
- Peso total por cargador: 23,75 kilos
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HISTORIA
La fundación en 1898 de la Junta de Fomento de la Semana Santa dio un nuevo impulso a la incorporación de pasos. Entre los proyectados estaba la escena de La Elevación de la Cruz, que la Junta, en función de su dificultad, decidió encargar al más famoso y capaz de los escultores zamoranos del momento: Eduardo Barrón. Sin embargo, fracasadas las gestiones con Barrón, al no haber acuerdo en el precio, se optó por sacar a concurso su construcción, concurriendo al mismo dos antiguos discípulos de Ramón Álvarez: los zamoranos Miguel Torija y Aurelio de la Iglesia. Examinados los bocetos, la Junta adjudicó la obra a Aurelio de la Iglesia argumentando razones económicas (la baja en el precio de un cinco por ciento), aunque tuvo que haber otras, pues sin duda el proyecto ganador no superaría en calidad al de Torija; quizás esto explique la agria polémica suscitada entre partidarios de uno y otro escultor.
Aurelio de la Iglesia, alias «Cipas», recibió pues el encargo en 1898 con el compromiso de entregar el grupo un año después. El artista marchó a Madrid con el propósito de realizarlo allí, pero llegada la fecha el paso no estaba ni siquiera iniciado. Esta circunstancia dio lugar a todo tipo de rumores, insinuándose incluso la posibilidad de que el imaginero hubiese abandonado España. La Junta de Fomento se vio obligada a desmentirlo, publicando a la sazón un telegrama de Arturo Pérez Marrón en el que daba cuenta de su entrevista con el escultor en el mes de julio. Días después, presionado por el Presidente de la Junta, que personalmente comprueba el retraso de la obra, de la Iglesia acepta regresar a Zamora y continuar aquí el trabajo, instalándose en un local próximo a la iglesia de la Horta que alquila a D. Felipe Quintas. En octubre de 1899 comenzó a trabajar ayudado por Leandro Esteban, «El Gallo», antiguo colega del taller de D. Ramón. Después de no pocas vicisitudes el paso fue entregado a la cofradía en los días previos a la Semana Santa de 1900. En el acta de 1 de abril se dice escuetamente haberse puesto en conocimiento de la Junta que aunque no terminado acaso saliera el nuevo paso de la Elevación de la Cruz. Efectivamente faltaba la figura de Cristo, por lo que para salir fue preciso colocar el crucificado del viejo grupo de la Crucifixión, lo confirman las actas y la fotografía que se le hizo al salir del taller. El 16 de abril la junta directiva acordaba dar las más expresivas gracias por la donación a la Junta de Fomento de la Semana Santa por conducto de su presidente.
Sin embargo, la utilización del crucificado del antiguo paso de La Crucifixión dio lugar a algunos incidentes. Esta imagen desde el estreno del nuevo paso de Ramón Álvarez se dejó al culto en la capilla. Como llegada la fecha de entrega Aurelio de la Iglesia no tuviese concluido el paso, éste haciendo gala de sus astucia pidió al párroco de San Juan la imagen de la capilla para suplir la falta. El párroco se la dejó pensando que tenía autorización de la cofradía, aunque en realidad el escultor, en un gesto propio de su carácter, decidió «tomarlo prestado» sin contar con nadie. Al serle reclamado por el administrador Aurelio de la Iglesia no sólo se negó a entregar la imagen, sino que además le remitió una carta insultante y provocativa. Comprobado este extremo y tras discutirse el asunto, la directiva acordó en junta de 3 de mayo de 1900 que inmediatamente y por todos los medios se reclame del señor de la Iglesia la citada efigie, y si éste se negase a entregarla se ponga en conocimiento de la autoridad competente para que por ésta sea reclamada y vuelva a ponerse al culto en la capilla. Días después el asunto quedaba resuelto y el artista devolvía la imagen a la cofradía. En los meses siguientes Aurelio de la Iglesia debió entregar también el nuevo crucificado, de modo que el paso pudo salir sin problemas en 1901.
El grupo de La Elevación de la Cruz representa el momento en el que Jesús ya clavado en la cruz es izado. Está compuesto por ocho imágenes talladas en pino, simulando los ropajes telas encoladas: la figura de Cristo lleva corona de espinas postiza y largo paño de pureza. La cruz sobre la que va clavada dispone de una bisagra que permitía abatirla mediante una larga horquilla utilizada antaño para poder meter el paso en la panera; tres sayones, uno de ellos agachado, sujetan y encajan la cruz en el hoyo del calvario, otro en un extremo tira de la cuerda. A uno de los sayones le falta un ojo, y no es que el autor lo concibiese tuerto, sino que se le partió antes de ponerlo. Contemplan la escena María la madre de Jesús, María Magdalena y arrodillado Juan, el discípulo amado. Esparcidas por el suelo rocoso hay varias herramientas y útiles: un cesto que contiene un martillo, tenazas, clavos, un mazo, pico y una pata de cabra. Desde su estreno dispuso también de la típica mesa con respiraderos de ojo de buey, hasta que en 1956 se cambió por la actual tallada por Alfonso Pastor Cadierno, y posteriormente reformada en 1973.
La Elevación de la Cruz es obra teatral, de torpe composición y ejecución, lo evidencian la talla tosca y los defectuosos ropajes. Se ha disculpado la baja calidad de esta obra arguyendo su ejecución precipitada, aunque sinceramente creo que este encargo excedía las posibilidades artísticas de un Aurelio de la Iglesia que ya se había mostrado un mediocre escultor al tallar la figura de Cristo en el sudario. Tampoco creo que el carácter bohemio e inconstante que la tradición le atribuye fueran la causa de un resultado tan mezquino. Sin duda de haberse encargado esta escena a Torija el resultado habría sido otro.