FICHA
TÉCNICA

  • Nombre: La Desnudez.
  • Autor y cronología: José María Garrós, 1902
  • Ubicación de la obra: Museo de Semana Santa.
  • Técnica y materiales: El grupo está compuesto por cuatro figuras. Tallas en madera y telas encoladas, ojos vítreos. El suelo está recubierto de corcho.
  • Medidas: Jesús y los sayones 150 cm aprox, figura agachada 105 cm aprox.
  • Peso: 750 kilos
  • Cargadores: 32
  • Peso total por cargador: 21,88 kilos

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HISTORIA

La escena del expolio o desnudez fue el primer paso de misterio que tuvo la cofradía. Siempre se le conoció con el nombre popular de Redopelo; traer al redopelo a uno, según el Diccionario de la Real Academia, es frase figurada y familiar que significa «ajado atropellándolo y tratándolo con desprecio y vilipendio». El grupo se mandó hacer en 1668 a propuesta de D. Bernardo de Sequeira, mayordomo aquel ario, argumentando haber muchos cofrades (más de cuatrocientos cincuenta) para tan pocos pasos. Aceptada la propuesta se comisionó a Alonso Arévalo para que tratase con los maestros escultores que por entonces labraban otro para la Cofradía de Nazarenos de La Barieza (León). El en­cargo se hizo al escultor Manuel de Borja, por entonces vecino de La Barieza. Los pocos datos que tenemos de este artista nos impiden afir­mar si se trata del mismo Manuel de Borja, natural de Sigüenza, que en 1655 contrató con la Cofradía de la Pasión de Medina de Rioseco el gru­po Preparativos para la Crucifixión, conocido también como Redopelo.

Aunque no conservamos la escritura del antiguo paso del Redopelo cabe suponer que las condiciones serían similares a las que se acorda­ron para la hechura de La Crucifixión. Para su ejecución el escultor se serviría de una estampa; el número de figuras quedaría reducido a tres, y es muy posible que por ser precisamente tres se conviniese su peso no superase las ocho arrobas y media (en torno a 100 kilos), así como entregarlo en un plazo corto (en La Crucifixión fueron cinco se­manas). Más difícil es aventurar su coste final, que para La Crucifixión fueron 1.200 reales, más la entrega de los materiales (vigas y torni­llos); pero sin duda el precio no se alejaría de esta cantidad.

El grupo resuelto de forma sencilla sigue la línea de la escultura barroca castellana, aunque ha de considerarse obra modesta, casi arte­sanal. La disposición y colocación de las figuras en el paso han sido alteradas salvo la del sayón que agachado barrena la cruz sujetando con los dientes un clavo, por ello es conocido popularmente como «el judío del clavo». La actitud del otro sayón, al que se le ha colocado un zurriago, obviamente no se concibió así sino en disposición de arrancar la túnica a Jesús. Esta última figura no es la original, antes bien es obra que ha de atribuirse con certeza a Ramón Álvarez; así lo confirman la dulzura de sus rasgos y su mezquina anatomía, no obs­tante la esmerada talla de la cabeza que estimo es una de las mejores de su producción. Sus blandas formas contrastan sobremanera con la dureza de facciones de los sayones. Aunque no podemos datarlo con precisión sabemos se hizo entre 1866-1882, quizás más próximo a la primera fecha.

Como ya se dijo la idea de reformar los viejos pasos del Jesús y Redopelo partió de D. Federico Martínez en la primavera de 1892. La comisión a la que se encomendó este asunto se dirigió a los esculto­res Eduardo Barrón y Aurelio de la Iglesia por si deseaban encargar­se de la ejecución artística del paso de Redopelo. Declinó la invi­tación de la Iglesia, becado por entonces en Roma, por estar ocupado; Barrón contestó aceptando agradecido, pero una vez se le comunicó la cantidad de la que disponía la cofradía, unas tres mil pe­setas, manifestó no poderlo hacer, pues el valor de la cinco figuras propuestas no bajaría de las 7.500 pesetas. Esta situación fue larga­mente discutida por la directiva, proponiéndose ante la falta de dinero para afrontar la reforma de los dos pasos soluciones de todo tipo: al­gunos opinaban debía comenzarse por el Redopelo por llamar más la atención la antigüedad y ridiculez de sus figuras. Sin unanimi­dad sobre el particular se acordó solicitar nuevos presupuestos en Madrid y Barcelona, y continuar con la suscripción, aunque finalmen­te se optó por hacer primero el paso de Jesús Nazareno, que era es­trenado en 1893.

Concluido este proyecto parecía lógico se continuase con la vieja aspiración de reformar el antiguo paso de Redopelo. Para este trabajo se ofreció un joven artista formado en el taller de Ramón Álvarez, Miguel Torija, que lo hacía saber a la cofradía en mayo de 1893, si bien su ofrecimiento no obtuvo respuesta. En junta de 11 de noviembre de 1893 se daba cuenta de la entrega por parte de algunos hermanos de ochocientas treinta y
toros para construir el paso, ocho pesetas producto de una corrida de aunque da la sensación que el proyecto se miraba con una cierta apatía. De nuevo en 1898 se insiste en que el paso de Redopelo aparte de lo antiguo y malo que era, produ­cía la irrisión de las gentes y descomponía el conjunto de la procesión por lo que urgía retirarlo. Además el administrador infor­maba que un sayón del mismo estaba roto y la mesa toda estropea­da e inservible, de modo que se necesitarían unas doscientas pesetas para repararlo. Discutido sobre el particular se acordó que aquel ario no saliese.

En octubre de 1900 se retomó el asunto de la construcción de este paso, cuya suscripción seguía paralizada. Los donativos de estos arios fueron para el adorno del Jesús, y no hay que olvidar que este mismo año la Junta de Fomento de la Semana Santa donó el paso de La Elevación de la Cruz. Efectivamente, en la junta de 21 de octubre se pe­día al administrador informase de las gestiones hechas para la reforma del paso de Redopelo. Según éste los contactos con artistas de Madrid no habían dado resultado, si bien esperaba respuesta del escultor de Bilbao encargado de hacer el paso de La Conducción al Sepulcro para la Cofradía del Santo Entierro, al que le había pedido boceto y presu­puesto. En sesión extraordinaria la junta conocía el día 29 mediante una fotografía remitida por José María Garrós el boceto del paso, que in­cluía tres sayones la figura de Jesús y el terrazo, así como su coste: dos mil pesetas. El escultor hacía la salvedad que de aprovecharse el Jesús del viejo, con su arreglo, no variaría el precio. En esta junta salieron a relucir algunas diferencias entre los directivos, en las que latía un cierto malestar por el retraso de la reforma, que dieron lugar a la dimisión del administrador. Aceptada ésta, la junta nombró una nueva comisión en­cargada de formalizar el contrato con el escultor a fin de que el paso estuviese construido para la Semana Santa de 1901.

En los primeros días de noviembre la comisión recibió noticias del escultor y acordaba las condiciones para la hechura de la obra: el nuevo paso tendría cuatro figuras, tres sayones y Jesús; el precio de las imágenes y el terrazo sería de dos mil pesetas; la obra sería entregada el domingo de Lázaro próximo, y debía sujetarse al boceto presentado con las pequeñas variaciones que la comisión le ha indi
cado; por último encargaba al mayordomo antiguo Sr. Rodríguez
Barba redactase las bases del contrato, bases que la comisión aproba‑
ba el 15 de noviembre, junto con la entrega de mil pesetas al escultor,
como anticipo del primer plazo. El 19 de noviembre el secretario ha‑
cía constar en el libro de actas haber recibido el contrato firmado por
el Sr. Garrós y una carta aviso de giro de mil pesetas.

En el mes de marzo de 1901 la comisión informaba del presupues­to de la nueva mesa del paso presentado por el carpintero Sr. Seisdedos, cuya cantidad ascendía a ciento cincuenta pesetas; precio que pareció caro pero que se aceptó en atención a los sacrificios que este hermano había hecho por la cofradía. Días después se informaba de todo a la directiva que aprobaba por unanimidad la gestión de la comisión y autorizaba pintar la nueva mesa y encargar las faldillas.

El nuevo paso de La Desnudez salía por primera vez el viernes santo, 5 de abril, de 1901. La directiva reunida en junta de faltas apro­baba el 14 de abril su recepción definitiva. No sabemos si con la en­trega del grupo se abonó el importe del segundo plazo, ya que en el mes de mayo aún se documentan suscripciones para el pago del mis­mo. Un ario después, en marzo de 1902, la directiva aprobaba la ven­ta del paso antiguo de Redopelo a la Cofradía del Santo Entierro de Benavente por doscientas pesetas.

El grupo de La Desnudez es sin duda uno de los más modestos de la cofradía. Representa el momento en el que Nuestro Señor es despojado de sus vestiduras para ser clavado en la cruz. Forman la escena cuatro imágenes: Jesús, de pie, con las manos atadas y en ac­titud mansa, tiene a cada lado a dos sayones que proceden a quitarle la túnica; un tercero agachado barrena la cruz. En la mesa hay varios objetos:. una cruz de madera, un cesto de mimbre con herramientas (serrucho, martillo y maza), un ánfora y vaso de madera, una soga, un pico y un estandarte de terciopelo rojo rematado con galón de oro con el acrónimo SPQR colgado de una alabarda. Todas la figuras están talladas en madera de pino; los ropajes se simulan con lino en­colado, y llevan algunos elementos postizos (corona de espinas y correas de cuero, y una aureola de metal que se retiró a la imagen de Jesús). Sus proporciones son algo mezquinas habida cuenta que la altura media no sobrepasa los 1,55 metros. El tratamiento escultórico de las imágenes es todo el excesivamente blando, muy en la línea y los gustos de la época, y recuerda la producción imaginera de los ta­lleres de Olot. Los estudios anatómicos nada tienen de destacable, y las túnicas manifiestan un deficiente manejo del lino encolado. La ca­racterización de las figuras es dulzona, hasta el punto que no hay rasgos de maldad en los sayones. La composición es correcta, aun­que estereotipada y sin concesiones. La policromía es asimismo la tradicional con escasos matices.

La calidad de este grupo se cuestionó varias veces. En 1951 el her­mano Enrique Crespo Álvarez propuso construir uno nuevo y retirar el paso de Garrós por desdecir de los restantes que forman la procesión. La propuesta se tomó en consideración, y en junta de 20 de febrero de 1952 se informó de la realización, a iniciativa propia, de maquetas por parte de los escultores Florentino Trapero y Víctor de los Ríos, si bien el elevado precio de su realización aconsejó diferir el asunto a la fecha que las posibilidades económicas lo permi­tan. En 1966 se pensó nuevamente en sustituirlo, iniciándose en ma­yo de 1967 los trámites con uno de los más afamados escultores del momento: Juan de Ávalos. El escultor concebía el nuevo paso con cuatro figuras, y aunque su agenda de trabajo estaba saturada se com­prometía a realizarlo para la Semana Santa próxima. Una vez más el paso no se pudo hacer ya que el coste final de la obra, cercano al mi­llón y medio de pesetas, excedía con mucho las posibilidades econó­micas de la cofradía.

Como ya quedó dicho para el grupo hizo una mesa nueva el car­pintero Julián Seisdedos. Esta primera mesa era la típica de tableros de pino sin molduras, y con respiraderos de ojo de buey. Cuando en 1962 Alfonso Pastor Cadierno talló una nueva para el Camino del Calvario, la vieja de este grupo, una mesa de gradas con paños sencillos tallados y dorados, pasó a La Desnudez. No sería esta la única que heredó, pues la que tiene desde 1976, tallada en madera de nogal con labor de talla en los respiraderos, es la antigua de La Caída, estre­nada en 1941 y de la que ignoramos autor.